Introducción
La salud siempre ha sido para mí un tema preocupante. En efecto, ya en temprana edad, empecé a tener problemas de salud sin conocer exactamente la causa de éstos. Mi madre estuvo confrontada con situaciones difíciles que, durante numerosos años, requirieron cuidados tales como operaciones, tratamientos los cuales causaron años de hospitalización.
En cuanto a mí, como no se conseguía encontrar lo que tenía, es como si una duda planeara constantemente: creía que estos males podían ser psicológicos. Entonces, me dije a mí mismo: o bien esto está “en mi mente”, o bien hay un motivo a lo que está sucediendo. Decidí optar por la segunda elección y es cuando empecé a buscar lo que le llevaba a vivir todos estos inconvenientes.
En 1978, empecé a trabajar en el campo de la salud, en los complementos alimentarios. Entonces, empecé a darme cuenta por mí mismo, en el curso de las consultas individuales que hacía y por mi observación, que podía existir un nexo entre las emociones, los pensamientos, y las enfermedades. Había empezado intuitivamente a descubrir el nexo que existía entre ciertas emociones y ciertas enfermedades.
En 1988, me matriculé a cursos de crecimiento personal y tomé contacto con lo que hoy se llama el enfoque metafísico de las dolencias y enfermedades. Veo como otros y yo, consultábamos la recopilación de dolencias y enfermedades hecha por Louise Hay en su libro. También, observaba a la gente que empezaba su investigación consigo mismos o con los demás para comprobar la exactitud de lo que ella decía, apasionados por descubrir nuevas avenidas de investigación para permitirles comprender mejor lo que estaban viviendo.
A partir de este momento, mi interés para este enfoque no dejó de aumentar, sobre todo porque me orientaba hacía el campo más específico del crecimiento personal. Desde ese día, no he dejado de comprobar, a través de mis consultas personales, los cursos o talleres que animo, la pertinencia de estos datos sobre las dolencias y las enfermedades.
La conexión entre emociones y enfermedades
Aún hoy, en el colmado o cuando voy a hacer fotocopias, hago preguntas a personas sobre lo que viven en relación con sus dolencias o sus enfermedades. Aún veo a estas personas que me miran con aire asombrado e interrogante, preguntándose si soy un vidente o un extraterrestre ya que sé tantas cosas sobre su vida personal sin que me las hayan comentado.
Cuando se sabe descifrar las dolencias y las enfermedades y cuando se sabe a cuáles emociones o a cuáles pensamientos están vinculadas, entonces es fácil decir a la persona lo que está viviendo. Entonces, digo a la gente que sencillamente es el conocimiento del funcionamiento del ser humano y el conocimiento de los nexos con los pensamientos, emociones y enfermedades que me permiten dar esta información.
En un sentido, les explico que se podría entrar la cantidad de datos más grande posible en un ordenador, y que alguien diera los síntomas de su dolencia o de su enfermedad, o simplemente nombrarla y la información podría salir revelando lo que está viviendo esta persona en su vida personal, sea consciente o no ella de ello. Entonces, no se trata de videncia sino de conocimiento.
El impacto de nuestras emociones
Hoy, con la experiencia y los conocimientos que tengo, puedo afirmar que es imposible que alguien padezca de diabetes sin vivir una tristeza profunda y una repugnancia frente a una situación que vivió. Para mí, es imposible que una persona padezca artritis sin vivir una autocrítica o criticando a alguien o situaciones de su vida. Para mí, es imposible que una persona viva problemas del hígado sin vivir una ira, una frustración hacía sí misma o hacia los demás, etc.
Una reflexión sobre nuestras emociones y dolencias
Durante un taller que daba sobre el enfoque metafísico de las dolencias y enfermedades, con ocasión de una feria de muestras sobre la salud natural y las terapias alternativas, las dolencias y enfermedades que se me comunicaron estuvieron descifradas bastante rápidamente y con exactitud.
Un poco más tarde, una amiga que estaba entre los asistentes durante este taller, me dijo: “Jacques, deberías prestar atención cuando contestas a la gente y das la respuesta directamente y rápidamente. Las personas que estaban a mi lado tuvieron la sensación que el taller estaba preparado para que esto funcione.”
Un llamado a la apertura
Los tiempos han cambiado. Por esto es importante mantenernos abiertos a las nuevas ideas que podrían aportarnos respuestas innovadoras a muchos problemas. Muchas personas de Estados Unidos y Europa han desarrollado esta perspectiva según la cual existe un nexo entre los conflictos de las emociones y pensamientos y la enfermedad, esto ayudando a que se conozca este campo de investigación no sólo en el Quebec (Canadá) sino también en otras partes del mundo.
Frecuentemente digo, en el curso de mis conferencias, que tengo un mental que es muy fuerte pero que también tengo una intuición muy fuerte y que el reto más grande de mi vida ha sido y sigue siendo hoy, conciliar ambos.
Conclusión
Entonces, si tomo consciencia de los pensamientos y emociones que hicieron que se manifestara la dolencia o la enfermedad, ¿puede que cambiando mis pensamientos o mis emociones, pueda recobrar la salud? Me atrevo a afirmar que sí.
Este estado de bienestar corresponde a la salud física, mental y emocional.
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