La creación se transforma de una forma a otra, entre lo masculino (icosaedro) y lo femenino (dodecaedro), además de transitar por los demás sólidos platónicos. Con el paso de los años, la geometría terminó por ser una ciencia deductiva que idealizó el espacio físico y las formas, tamaños y relaciones que existen entre los objetos que habitan ese espacio.
Hoy en el siglo XXI, el estudio de la geometría se está abriendo a nuevas perspectivas, gracias a la información que ha comenzado a transitar de manera más fluida en los últimos años. Así, por ejemplo, con la teoría del centésimo mono, se comprobó la existencia de redes planetarias o también llamadas campos morfogenéticos, que se tratan de redes que sostienen las matrices de toda la materia.
La teoría del centésimo mono.
La teoría del centésimo mono cuenta que durante la observación por parte de un grupo de científicos a un grupo de monos, notaron que uno de estos se dio cuenta que al caer la fruta a la arena y ensuciarse, podía lavarla en la misma playa, y esta conducta fue repetida y aprendida por el resto de los monos del grupo, pero además de eso, otros monos en playas lejanas aprendieron de la misma forma, por lo que los científicos supusieron que existía algo que conectaba a la especie en cuanto a su red de conocimiento.
Así, llamaron a esta conexión entre especies, redes planetarias, que supone un conductor entre las diferentes especies vivas del universo. El concepto en sí no es nuevo, ya que, en Grecia, platón, además de la civilización Maya, Egipcios, e Indios, poseían un concepto similar dentro de su cultura.
Estas redes entonces, se relacionan de forma geométrica mediante las estructuras de los sólidos platónicos.
El origen
Desde el nacimiento de nuestro planeta, la red que rodea a la tierra estaba conformada por una matriz de geometría sagrada. Platón decía que la estructura básica de la tierra se encontraba en proceso de evolución a una red icosaedrica (de 20 triángulos). Estas matrices son enrejados que cubren nuestro planeta, nuestro cuerpo, nuestros lugares, nuestras células, átomos, y modulan la energía-luz que sostiene y crea las formas. Son de origen cristalino e invisibles, ya que se mueven a la velocidad de la luz. Estas estructuras constituyen lo que se conoce como lenguaje de la luz. El lenguaje de la luz es una manera de recibir información y energía con el fin de facilitar nuestro desarrollo. Es un método de aprendizaje sin necesidad de libros o intelecto.
Este lenguaje está formado por 144,000 sellos de energías cristalinas (forma en que se decodifica la luz), que están formadas en la red de conciencia Crística en la tierra.
Red de ascensión
Además de la serie de los sólidos Platónicos, existe otra forma geométrica que resulta de la unión de lo femenino masculino (unión icosa-dodecaedro). A esta se le llama red de ascensión, que está creada para que el planeta pueda vibrar a una frecuencia más alta, para así permitir su paso a un estado evolutivo mayor.
Todas las redes se unifican por medio de la esfera en un patrón de unidad, la única diferencia es que tienen interconexiones rectas formadas por el sólido Platónico que presentan. Investigadores actuales han comprobado que los nodos y las alineaciones de la red atribuidos anteriormente a la red antigua ya no coinciden.
Los patrones de tiempo están cambiando, los climas sufren variaciones y las rutas de migración de las aves han cambiado. Las ballenas y delfines se atoran en las playas con más frecuencia en los 14 años que siguieron a la convergencia armónica. El campo electromagnético de la tierra también está cambiando y lo hace con muchísima rapidez. La nueva red de conciencia está incrementando su frecuencia a medida que la red magnética disminuye.
La vieja red cristalina se desvanece y una nueva matriz cristalina se está formando. Somos parte de la nueva formación cristalina.
La red planetaria es una manifestación de la evolución de la energía y del crecimiento diseñado por la conciencia universal