ESTRATEGIAS PARA COMUNICARNOS CON LOS NIÑOS EFECTIVA Y AFECTIVAMENTE.
SEA CORTES
Los niños corteses tienen modelos corteses. El primer paso para enseñar la cortesía es ser cortés.
Los niños aprenden hablar y la conducta imitando a las personas de su alrededor. No es cortés el insistir a un niño que diga «Por favor». Se establece un buen ejemplo cuando uno dice «Por favor», «Gracias», y «no es nada» a los niños – tal como se acostumbra entre adultos – en el curso de una conversación normal.
Comunicarnos mientras generamos contacto visual, mejora la recepción del mensaje que deseamos expresar. Debemos sentarnos o inclinarnos a la altura de nuestros niños, para quedar a su nivel y podamos conectarnos con la mirada, esto facilitara la comunicación.
Ante los ojos de un niño somos unos gigantes, es por ellos que debemos hacer lo que sea para minimizar la distancia y la diferencia de tamaño ayudará a mejorar su comunicación.
DEJE A LOS NIÑOS CONTAR SUS HISTORIAS
Deles la oportunidad a los niños para que le cuenten sus aventuras sin interrumpirles las veces que sea necesario. Ellos requieren ejercer esta habilidad de narrar sobre sí mismos y necesitan sus elogios al terminar de narrarlos.
Los elogios y la práctica incrementan la autoestima. Las interrupciones y la crítica cierran la puerta a las comunicaciones.
Por ejemplo, Mateo estaba bastante entusiasmado cuando llegó a casa.
Quería comentarle a su padre lo bien que le había ido en el colegio con sus nuevos compañeros de curso.
El padre de Mateo lo interrumpió – casi al final- para regañarle por haber llegado 10 min tarde a casa.
Inmediatamente, Mateo perdió interés en compartir sus sentimientos con su padre. El resultado de esto, no hubo comunicación.
Aún cuando el padre de Mateo necesitaba recordar a su hijo las reglas de la casa respecto a cumplir con los horarios, podría haber escuchado primero y luego haberle recordado esas reglas.
HABLE CON GENTILEZA
Las palabras amables son bienvenidas ya que producen resultados felices. Las palabras violentas ocasionan resultados infelices.
Trate de evitar palabras torpes que embroman, avergüenzan o les ponen “nombres” a los niños. Al ser llamados “bebes grandes” o “malos” los niños no se sienten querido. Peor aún, pueden empezar a no quererse ellos mismos y “aceptar” dichas etiquetas, como por ejemplo “mentiroso”, “ladrón”, “gordita” o “tontita”.
Las palabras torpes no ayudan, sólo empeoran las cosas.
Al contrario, las palabras amables ayudan a que los niños se comporten mejor, traten de hacer las cosas con más empeño, y logren más éxitos. Las palabras gentiles comunican amor y respeto, ayudan a crear una atmósfera donde los problemas pueden discutirse abiertamente, hasta alcanzar un entendimiento.
Por ejemplo, suponga que un niño ha derramado su leche. Usted puede decir “-no seas torpe! – Mira lo que has hecho!- las palabras duras pueden conducir a resultados infelices. O usted puede respirar profundamente y decir, “Aquí hay una esponja. Por favor ayúdame a limpiar las leche” – las palabras amables pueden conducir a resultados felices.